Thursday, October 06, 2005

NAUSEA Y LLUVIA

La carretera de asfalto es un lengua larga

que cae del cielo gris que nauseabundo empieza a vomitar:

Vomitar nostalgias, pelotas de fútbol, programas de televisión, películas de cine, helados, comidas callejeras, merengues, huevos fritos, café con leche y pan con flores.

Las nubes lloran, lagrimean, mean

tardes de sol en piscina, una cita, dos citas, cuatro tragos de vodka, tu saliva y mi saliva que se buscan en un beso silencioso, roto.

Lloran, lagrimean, mean

fósforos encendidos, corazones incendiados,

sueños aprendidos y aprehendidos,

prendidos, agarrados de la cola de un cometa,

arrastrados por el vuelo de una mariposa,

amarrados al collar de tu perro,

a un pasador de tu pantalón o a uno de tus tobillos.

lloran, lagrimean, mean

y las gotas descarriadas serpentean en el panorámico del carro.

El frío se sienta a mi lado.

Cierro los vidrios pero él se queda adentro.

Enciendo la radio:

Música de los setenta me repite que no estás.

No lo soporto; al frío.

Escapo de él, me bajo del carro.

Diez metros bajo la lluvia son suficientes para que deje de importarme el frío.

Entro a un almacén,

tomo el teléfono,

marco tu número,

escucho tu voz,

arrojo la moneda.

Definitivamente el frío ya no importa.

Y la carretera sigue siendo una lengua larga

que se escurre del cielo gris

mientras tanto

las nubes continúan llorando, lagrimeando, meando

tu nombre a l tiempo que vomitan te quieros.

Julio 1996

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